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SAN ESTEBAN DE LA SIERRA: LA DUDA (VECERA, VECERÍA) Y LOS TRABAJOS COMUNALES (FACENDERA)

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA: LA DUDA (VECERA, VECERÍA)  Y LOS TRABAJOS COMUNALES (FACENDERA)

DESDE CASA RURAL FUENTES DE ABAJO.

 

Desaparecido el ganado caprino y la trashumancia local, “la duda” llegó a su fin. Esta tradición mantenida a lo largo de los años era considerada como algo natural en una sociedad donde la colaboración entre el vecindario y el compromiso para ciertas tareas estaba perfectamente asumida.

 

Resulta difícil explicar el origen de la palabra “duda” que nada tiene que ver con la duda cartesiana o la duda de los escépticos. Lo que se impuso con esta práctica fue el sentido común y nada tan sensato en aquella economía, donde todas las manos eran pocas, como hacer la duda, echar a duda, ir de duda o tocarte la duda.

 

La “duda” es el equivalente a lo que en otras regiones se llama vecera, vecería, una especie de turno para realizar una labor en la que todos los vecinos tienen algo en común. En San Esteban la “duda” fue aplicada preferentemente en su relación con el ganado caprino. Cada familia solía tener varias cabras que atendía un mismo pastor. En casos de necesidad los vecinos  se turnaban en el cuidado, pastoreo u ordeño. Ello sucedía ante una enfermedad, cuando parte de las cabras habían parido y cuando el ganado se encontraba en los agostaderos. La duda más habitual fue la de ir a buscar la leche durante el periodo de verano, cuando las cabras se hallaban a una distancia de cuatro kilómetros aproximadamente de la población en el lugar denominado de los Pajares. Tal vez fue la trashumancia local la que impulsó  este turno entre los agricultores-ganaderos, máxime en un periodo en el que las mañanas estaban bastante ocupadas con otros trabajos del campo. Debido a las distintas condiciones topográficas, de clima y pastos, durante el invierno y parte de las estaciones intermedias el ganado caprino pastaba en la zona más próxima al pueblo o baja, Cancho, Sierra, Tiriñuelo, Pinosas, Hituero...y retornaba a las cuadras de cada dueño diariamente; desde mayo hasta después de vendimia permanecía durante las noches en los corrales y casetas de Los Pajares, zona más elevada y apropiada para el pastoreo estival.

 

Cada noche de verano se llevaban las cantarillas de latón y tapa de corcho a la casa de la persona a la que le tocaba la duda. A la mañana siguiente, muy temprano, el propietario de turno, con la caballería  y el serón cargado de  cantarillas se desplazaba hasta los corrales de ordeño, ayudaba al pastor y cogía hojato (hojas de roble)  para que la tapa de corcho ajustara mejor y la leche no se derramara en el retorno a casa. De vuelta al pueblo, repartía la leche a cada uno de los propietarios. El nombre de los mismos generalmente figuraba con iniciales sobre el propio cántaro o en una tablilla de madera unida al asa.

 

La duda, como práctica de menor entidad, tenía lugar cuando varias cabezas de ganado no iban con la piara  y los dueños se turnaban para sacarlas a pastar. En tiempos más lejanos, la existencia de vaquero,  mulero y   porquero requirió de la ayuda de los poseedores. La forma como se hizo fue similar a la reseñada en relación con el caprino.

 

Trabajos no retribuidos que se realizaron  por parte de los socios de forma alternativa tuvieron lugar en la fábrica de alcoholes y almazara y en la cooperativa vitivinícola. Aquí sin embargo nunca se utilizó el término duda.

 

Los trabajos comunales o peonadas para el común, similar a la facendera medieval,  con la distancia de los tiempos y en pro del bien de todos,  correspondían a cada uno de los habitantes de San Esteban. Estos trabajos se limitaron al arreglo de caminos y calles. Al toque  de campana se reunían en la plaza y se distribuían por los caminos que era necesario reparar. Generalmente cada persona acudía  a aquellos lugares donde tenía alguna propiedad; la época más frecuente era septiembre, con anterioridad al inicio de vendimia. Al realizarse el transporte de la uva a lomos de caballerías por los viejos caminos de herradura había que cuidar de forma especial los pasos escalonados y realizar bien los cortes de agua. La expresión utilizada para dicho trabajo era echar a caminos.

El arreglo o empedrado de calles era otra tarea más de colaboración del vecindario. En estas ocasiones, el Ayuntamiento pagaba un sueldo a aquella persona que contrataba por ser más experta que el resto.

 

Texto y fotografía: Joaquín Berrocal Rosingana. 2008.

Casa Rural Fuentes de Abajo. San Esteban de la Sierra.

Web:  www.fuentesdeabajo.com  

 

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