Blogia
salamancarural

San Esteban de la Sierra

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA, RECLAMO TURÍSTICO.

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA, RECLAMO TURÍSTICO.

DESDE CASA RURAL FUENTES DE ABAJO

 

No son muchos los turistas que van hacia lo desconocido o hacia lugares que no poseen una figura de protección paisajística, urbana o cultural. Contrariamente, los núcleos declarados Conjuntos Históricos y enclavados en un Parque Natural   se encuentran en situación privilegiada  respecto a los de su entorno en lo que a la demanda turística se refiere. Junto a la singularidad de los enclaves,  la publicidad, infraestructuras y apoyo de las Instituciones contribuyen a crear distancia  entre unos y otros. Esta situación es fácil de observar en la comarca de la Sierra de Francia donde la existencia de varios núcleos Histórico-artísticos y la  un Parque Natural marcan una zona turística y otra que, no obstante sus valores naturales y culturales, recibe flujos menores. Pero gracias al reclamo turístico de aquellos, poco a poco el demandante viajero llega a pueblos  que no figuraban como tradicional destino. A ello ha ayudado la creación de alojamientos de turismo rural y la gran publicidad que los propietarios realizan a través de los diferentes portales de Internet. Porque no hay duda que, al margen de otros factores, Internet ha sido y continúa siendo la baza más importante para el conocimiento de nuestros pueblos y casas rurales. Sin esta herramienta probablemente la demanda  sería muy inferior.

 

Desde la década de los noventa han surgido casas rurales en San Esteban de la Sierra y en toda la comarca de Sierra de Francia que han dado al turista la posibilidad de pernoctar, conocer y disfrutar, sitios antes insospechados. Ha coincidido ello con el final del ciclo económico agrícola-ganadero de subsistencia y la ruptura de la dinámica interna en toda esta geografía. El turismo, como agente externo, ha empezado a ser un aliciente para los habitantes que poseen alojamientos y para otros negocios que cada vez dependen más de personas de fuera que de las del propio lugar y no cabe duda que el turismo, bien conducido, podría jugar un importante papel dinamizador en pueblos que poseen ricos y variados recursos turísticos, tanto naturales como culturales.

 

San Esteban de la Sierra es uno de esos núcleos serranos que sin figura de protección, excepto la de Reserva de la Biosfera, que abarca las Sierras de Francia y Béjar, tiene múltiples recursos turísticos de suficiente calidad medioambiental e histórico cultural que pueden servir de reclamo para un público diverso. Es necesario, sin embargo, saber valorar la riqueza del entorno por parte de los aquí nacidos y mostrar el patrimonio a quienes nos visitan.

 

Desde el inicio de la andadura turística de la casa rural Fuentes de Abajo, conscientes del gran valor del patrimonio natural y cultural próximo, hemos mostrado a todos los viajeros los recursos de San Esteban de la Sierra y alrededores. El turista ha tenido la oportunidad de conocer aspectos de nuestra más lejana historia, los paisajes geomorfológicos y botánicos más relevantes; ha podido hacer turismo gastronómico y festivo- religioso, turismo técnico, arqueológico, artístico, deportivo....Ha sido una forma de dar a conocer todo cuanto nos rodea, “poniendo en valor” lo desconocido y lo que no tiene publicidad alguna. Todo ello, con la firme idea de hacer un turismo diferente en el que además de dignas instalaciones se le ofrezca al turista un añadido de  calidad a través del trato personal y de información documentada por parte de quien ama el suelo donde ha nacido.

 

El turista que nos visite comprobará que cualquiera de las estaciones del año posee atractivos, incluso el invierno. Frente a los grises días de la capital salmantina, esta sierra profunda tiene muchos días soleados y de agradables temperaturas que posibilitan el senderismo, los viajes culturales y la permanencia al aire libre. Las fiestas navideñas, la gastronomía del momento,  las matanzas y los festejos de Santa Águeda y San Albino, en febrero, no dejarán indiferente a quienes como turistas  participen de tales eventos. 

 

La primavera serrana se adelanta respecto al llano provincial y ofrece la más rica gama de colores y aromas de toda la geografía salmantina. Las peculiares condiciones climáticas y orográficas son responsables de esta gran riqueza y del prolongado periodo primaveral, que tiene entre abril y mayo el mayor esplendor. Es una época estupenda para el excursionismo y el disfrute de acontecimientos religiosos como la Semana Santa y San Isidro. La tarde del Jueves Santo es tradicional la visita de bodegas para probar la limonada y el día de San Isidro, tras la misa y procesión, se celebra el convite en la Plaza Mayor, donde todo el mundo es bienvenido.

 

Llegado el verano, la verde naturaleza y los cursos de agua son los escenarios más solicitados por los visitantes, turistas de retorno en gran número o nuevos turistas que desean descubrir la belleza de nuestros paisajes. Multitud de recovecos inéditos esperan a quienes se adentran y se dejan guiar en esta geografía. Es el momento ideal para combinar diferentes opciones turísticas y disfrutar de tantas y tantas fiestas que se celebran a lo largo del estío. San Esteban tiene como principales eventos la fiesta del patrón a principios de agosto y la  fiesta del Cristo en Septiembre. Ambas son concurridas y despiertan el interés viajero, especialmente por las distintas actividades y la buena acogida que en todo momento tiene el forastero.

 

El otoño es probablemente, junto con la primavera, la estación más hermosa del año. En pocos lugares es posible ver tal cantidad de matices y combinaciones cromáticas. Cada rincón es una sorpresa que entusiasma a quien nos visita. Al decir de algunos turistas, es el desconocimiento de cuanto esta tierra ofrece una de las razones del escaso movimiento turístico otoñal, al margen de que la cultura viajera, excepto en los “puentes” esté menos extendida.  Si a la belleza del paisaje y sus frutos silvestres sumamos tradiciones arraigadas, comprobaremos que estamos ante una época del año idónea para hacer turismo pero escasamente aprovechada. 

 

Viajero o turista, no pierdas la oportunidad de conocer y disfrutar esta tierra ignota pero abierta al turismo. Con grata sorpresa descubrirás nuestros caminos, bosques frondosos y escultóricos roquedos; sentirás el perfumado ambiente de la primavera y el frescor de nuestros ríos durante el estío; recorrerás castañares y robledales en el otoño y aquí y allá encontrarás los deliciosos frutos del bosque; recrearás la vista desde excelsos miradores y en más de un momento la hermosa naturaleza embriagará tus sentidos. Déjate seducir y recorre nuestras calles, en fiestas y en los días silenciosos del otoño o del invierno, cuando todo parece dormitar y lo rural se acentúa. No olvides ver la singular arquitectura,  la iglesia, la ermita, las primitivas fuentes, el puente medieval o los restos que jalonan nuestro suelo. Saborea los platos, vinos, dulces y licores de San Esteban; habla con el nacido en estos pagos y encontrarás trato afable y la mayor cordialidad.  Y cuando tu viaje concluya y desde algún recodo de la carretera vuelvas la   vista atrás, sentirás que has vivido una experiencia única, que merecía la pena y que repetirás.

 

 Texto y fotografía: Joaquín Berrocal Rosingana.2009

Casa Rural Fuentes de Abajo. San Esteban de la Sierra.

Web: www.fuentesdeabajo.com

 

San Esteban de la Sierra. Hornazos de Pascua.

San Esteban de la Sierra. Hornazos de Pascua.

Lejana tradición primaveral, orgullo de las mujeres de San Esteban.

Si algún lugar de la Sierra  de Francia tiene larga tradición y merecida fama en la elaboración de hornazos es San Esteban de la Sierra.

 

Tal reconocimiento proviene de la consecución de un producto cuidadosamente amasado por las manos femeninas, muy surtido de “chicha”y excelentemente decorado en su tapa superior con motivos florales.

 

Desde siempre, en vísperas de los señalados días de Pascua, las mujeres de cada casa se afanaban en los preparativos de ingredientes: harina, sal, levadura, huevos, aceite, manteca, aguardiente, azafrán y los sobresalientes productos del cerdo. A veces algún componente más, según cada casa y la fecha en la que se iba a comer. Las cestas y banastas estaban dispuestas para acoger durante horas o días tan suculentos manjares.

 

A diferencia de otros pueblos de la provincia donde la fiesta del hornazo era una única y exclusiva fiesta campera, en San Esteban se hacían los hornazos para salir al campo o comerlos en casa durante varios días: Domingo de Resurrección, lunes de Pascua o Pascua Chica y el domingo siguiente. Grandes y pequeños disponían de sus tres hornazos correspondientes, salvo que los mayores hicieran los típicos hornazos de “pan” para las meriendas o “bromas” con los amigos.

 

Si las mujeres se esmeraban en tener todo listo para ir a la tahona o cocer los hornazos en los antiguos hornos, los pequeños recorrían el “Prejón”, el “Canal”, el “Castañar de la Vega el Torno”, el “Puente”para colocar asientos y mesas de piedra (asentaderos, sentaderos) donde poder ir a comerlos. Los dos primeros días solían tener como destino los citados lugares. El domingo siguiente era también frecuente el monte del “Castañar”. Con el paso del tiempo se han producido cambios y la zona de los Pajares es concurrido paraje, tal vez recordando aquellas perdidas romerías estivales de San Juan y San Pedro.

 

La forma de estos hornazos siempre fue redondeada y formada por la tapa inferior que acogía chorizo, lomo, jamón y la tapa superior que se decoraba profusamente con motivos imitados de la naturaleza. En ocasiones se le daba forma de cesta y  se introducía un huevo cocido en el centro. Esta costumbre coincide con la de otros puntos de la geografía española donde también figura el huevo duro en el hornazo, probable herencia de la Pascua judía, posteriormente adoptada por el cristianismo.

 

Para las meriendas de los mayores o en familia las laboriosas mujeres hacían hornazos  de un “pan”, el equivalente a unos ochocientos gramos de harina sin contar el resto de componentes. Del “pan” salían varios hornazos para las meriendas juveniles, ni demasiado grandes, ni demasiado pequeños ya que había que merendar bien y no se debía volver a casa con parte del hornazo.

 

Aunque pervive la raigambre de los hornazos en algunas familias, en otras ha desaparecido tras la destrucción de los hornos de las casas o la desaparición de las panaderías en el pueblo.   Una buena alternativa, con excelente resultado, es el horno eléctrico.

 

En Fuentes de Abajo, para disfrute de nuestros clientes, mantenemos viva la antigua usanza del hornazo casero. La Pascua es la gran oportunidad.

 

 

 

Texto y fotografía: Joaquín Berrocal Rosingana

Elaboración hornazos: Ofelia Rosingana Espinosa.

Web: www.fuentesdeabajo.com

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA: LA DUDA (VECERA, VECERÍA) Y LOS TRABAJOS COMUNALES (FACENDERA)

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA: LA DUDA (VECERA, VECERÍA)  Y LOS TRABAJOS COMUNALES (FACENDERA)

DESDE CASA RURAL FUENTES DE ABAJO.

 

Desaparecido el ganado caprino y la trashumancia local, “la duda” llegó a su fin. Esta tradición mantenida a lo largo de los años era considerada como algo natural en una sociedad donde la colaboración entre el vecindario y el compromiso para ciertas tareas estaba perfectamente asumida.

 

Resulta difícil explicar el origen de la palabra “duda” que nada tiene que ver con la duda cartesiana o la duda de los escépticos. Lo que se impuso con esta práctica fue el sentido común y nada tan sensato en aquella economía, donde todas las manos eran pocas, como hacer la duda, echar a duda, ir de duda o tocarte la duda.

 

La “duda” es el equivalente a lo que en otras regiones se llama vecera, vecería, una especie de turno para realizar una labor en la que todos los vecinos tienen algo en común. En San Esteban la “duda” fue aplicada preferentemente en su relación con el ganado caprino. Cada familia solía tener varias cabras que atendía un mismo pastor. En casos de necesidad los vecinos  se turnaban en el cuidado, pastoreo u ordeño. Ello sucedía ante una enfermedad, cuando parte de las cabras habían parido y cuando el ganado se encontraba en los agostaderos. La duda más habitual fue la de ir a buscar la leche durante el periodo de verano, cuando las cabras se hallaban a una distancia de cuatro kilómetros aproximadamente de la población en el lugar denominado de los Pajares. Tal vez fue la trashumancia local la que impulsó  este turno entre los agricultores-ganaderos, máxime en un periodo en el que las mañanas estaban bastante ocupadas con otros trabajos del campo. Debido a las distintas condiciones topográficas, de clima y pastos, durante el invierno y parte de las estaciones intermedias el ganado caprino pastaba en la zona más próxima al pueblo o baja, Cancho, Sierra, Tiriñuelo, Pinosas, Hituero...y retornaba a las cuadras de cada dueño diariamente; desde mayo hasta después de vendimia permanecía durante las noches en los corrales y casetas de Los Pajares, zona más elevada y apropiada para el pastoreo estival.

 

Cada noche de verano se llevaban las cantarillas de latón y tapa de corcho a la casa de la persona a la que le tocaba la duda. A la mañana siguiente, muy temprano, el propietario de turno, con la caballería  y el serón cargado de  cantarillas se desplazaba hasta los corrales de ordeño, ayudaba al pastor y cogía hojato (hojas de roble)  para que la tapa de corcho ajustara mejor y la leche no se derramara en el retorno a casa. De vuelta al pueblo, repartía la leche a cada uno de los propietarios. El nombre de los mismos generalmente figuraba con iniciales sobre el propio cántaro o en una tablilla de madera unida al asa.

 

La duda, como práctica de menor entidad, tenía lugar cuando varias cabezas de ganado no iban con la piara  y los dueños se turnaban para sacarlas a pastar. En tiempos más lejanos, la existencia de vaquero,  mulero y   porquero requirió de la ayuda de los poseedores. La forma como se hizo fue similar a la reseñada en relación con el caprino.

 

Trabajos no retribuidos que se realizaron  por parte de los socios de forma alternativa tuvieron lugar en la fábrica de alcoholes y almazara y en la cooperativa vitivinícola. Aquí sin embargo nunca se utilizó el término duda.

 

Los trabajos comunales o peonadas para el común, similar a la facendera medieval,  con la distancia de los tiempos y en pro del bien de todos,  correspondían a cada uno de los habitantes de San Esteban. Estos trabajos se limitaron al arreglo de caminos y calles. Al toque  de campana se reunían en la plaza y se distribuían por los caminos que era necesario reparar. Generalmente cada persona acudía  a aquellos lugares donde tenía alguna propiedad; la época más frecuente era septiembre, con anterioridad al inicio de vendimia. Al realizarse el transporte de la uva a lomos de caballerías por los viejos caminos de herradura había que cuidar de forma especial los pasos escalonados y realizar bien los cortes de agua. La expresión utilizada para dicho trabajo era echar a caminos.

El arreglo o empedrado de calles era otra tarea más de colaboración del vecindario. En estas ocasiones, el Ayuntamiento pagaba un sueldo a aquella persona que contrataba por ser más experta que el resto.

 

Texto y fotografía: Joaquín Berrocal Rosingana. 2008.

Casa Rural Fuentes de Abajo. San Esteban de la Sierra.

Web:  www.fuentesdeabajo.com  

 

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA. LA TRADICIONAL MATANZA

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA. LA TRADICIONAL MATANZA

 

DESDE CASA RURAL FUENTES DE ABAJO

 

 

Tras años sin vivir “la matanza”, llegan a la memoria aquellos días en los que tal acontecimiento era como una fiesta. Quienes vivimos las tradicionales matanzas difícilmente olvidamos el peculiar ambiente, la algarabía juvenil, las multitudinarias reuniones de familia y amigos, las sustanciosas y opulentas comidas, aquellos juegos sin coste y tan divertidos. Porque en aquel pobre y cerrado agro del pasado siglo, nada comparable al globalizado de hoy, la matanza de otoño o invierno rompía con cualquier esquema y molde de la cotidiana vida.

 

Grandes y chicos esperábamos con ansiedad la matanza de los abuelos, de los tíos o de los amigos con los que era frecuente “juntarse”. Juntarse a la matanza, reunirse varios miembros de una misma familia, era lo más común y en la mente de todos quienes participamos de ello figuran los vocablos juntarse e invitarse a la matanza. Todas las casas realizaban el evento y la colaboración para la “mata”, el despiece, el adobo y embutido era necesaria. Podríamos decir que era una tarea en común, acompañada del mejor de los ambientes festivo-gastronómicos, hasta tal punto que en ocasiones hubo música con gaita y tamboril así como baile y las típicas canciones del pueblo eran cantadas en las casas o en las calles.

 

Las matanzas de antaño, de cada casa, se celebraban durante tres días seguidos: el día de la mata, el día de la matanza y el día de los chorizos. Así reconocíamos las tres distinguidas fechas, cada una de ellas con sus faenas y comida característica.

 La temporada de matanza solía empezar en noviembre y se prolongaba hasta febrero, período idóneo climatológicamente para la cura del embutido y de menor actividad en el campo.

Según los miembros familiares o las posibilidades, el número de cerdos sacrificados podía variar pero la matanza estaba generalizada en todas las viviendas. Muchas veces se acompañaba la mata del cerdo con la de alguna otra res, cabra, chivo navajeño, oveja...., que servía de alimento durante aquellos días y también para la mezcla en el embutido, preferentemente delgado.

 

Todo estaba listo para el día de la mata: el banasto donde colocar el cerdo, el gancho para conducirlo, los cuchillos, el chamusco (helechos, escobas y paja),  los hombres para maniatar y no dejar mover el cerdo a la hora de clavar el cuchillo. Introducido éste, se colocaba la cazuela con las sopas y un poco de perejil para recoger la sangre que frita era una  agradable delicia. Qué sabores tan lejanos... Sangrado el cerdo, cortado el rabo y las orejas, ardían helechos y escobas y era el momento de  chamuscar. Un especial olor entre vegetal, piel y pelo quemado impregnaba aquella atmósfera en la que no faltaban los curiosos, preferentemente niños.

El despiece venía a continuación y era labor masculina, realizada con la tranquilidad y precisión que requiere la obra bien hecha. La revisión del cerdo corría a cargo del veterinario y los niños solían ser los encargados de llevar la lengua. Las mujeres cumplían con el cometido de lavar los vientres en el río o el arroyo.  Era una tarea tediosa, muy meticulosa y muy sacrificada en los días más fríos del invierno.

Los que habían trabajado y los ociosos esperábamos con anhelo la merienda. No faltaba el lomo embuchado, el queso de oveja curado y las castañas cocidas a la lumbre en el puchero de barro, con el sabor de los anises naturales. Horas más tarde era el tiempo de la cena y, qué sencillas pero qué ricas las patatas con bacalao y el hígado de cerdo con el sabor del ajo machado y el pimentón. No escaseaban las aceitunas de la cosecha y el vino de pitarra, ni tampoco las uvas, las manzanas, los higos secos y las nueces para hacer las denominadas “meriendas”. Era noche de serano, de juego de cartas de los mayores, de anisete y perrunillas.....Los más jóvenes recorrían las calles, se unían a otras matanzas, tocaban las tapaderas de hierro o de latón y ocasionalmente hacían alguna trastada con la colocación del fumeiro en otras casas. ¡Qué olor tan fuerte y apestoso despedía!

 

Llegado el día de la matanza, segunda jornada, el recibimiento en la casa anfitriona era con aguardiente y anisete para los hombres y  resoli para las mujeres.

Pronto llegaba el consistente y variado desayuno (almuerzo en el leguaje de la época): potaje (nada que ver con el de otros lugares), más tarde sustituido por chocolate, hígado, lomo fresco frito y añejo conservado en manteca o aceite y, por si fuera poco, chorizo de la olla.

Este día había que descarnar, desuntar, picar y adobar para dejar todo preparado para la siguiente fecha. Haciendo un alto en el camino, se asaba un trozo de magro,  tan agradable al paladar que el momento resultaba inolvidable. Las manos femeninas se ocupaban principalmente del adobo, preparación de las tripas y, cómo no, de hacer la comida para el elevado número de comensales.

La comida, como durante todas las jornadas, era copiosa: antiguamente fue el cocido de garbanzos con todos sus componentes, mención especial de la carne de cabra y la morcilla. Más adelante, la paella ocupó su lugar  acompañada de un plato de bacalao y otro de carne de cabra guisada. El postre que sobresalía en ésta  y en otras horas era el arroz con leche.

No faltaban tareas durante la tarde ni tampoco distracción, entre ellas, las partidas masculinas o la soga de los jóvenes. Este último juego era muy frecuente, sobre todo en época de matanzas. Atada la soga a ramas de árboles próximos, a vigas de locales o sitios cubiertos, hacía las veces de columpio y nada era tan apreciado por niños y niñas como repicolgarse que este es el término usado al respecto.

Aquella noche se hacían patatas o berzas en ensalada y se repetían platos tales como la carne guisada o el bacalao y el socorrido arroz con leche.

Qué decir del serano.... Era connatural a las noches de la matanza con todo lo que conllevaba.

 

El último día, el de los chorizos, se repetía la historia gastronómica matinal del anterior, tal vez exceptuando el lomo. Después se probaban las chichas y comenzaba el proceso de embutir chorizos delgados y gordos, salchichones, porqueros, vejigas,  lomos etc...

Novedad en la comida eran las patatas con carne y el guiso de conejo o pollo ya que el bacalao o la morcilla, que formaban parte del menú, eran habituales.

Este día se echaban los jamones en sal, salvo que se dejaran para la mañana siguiente;  se adobaban los huesos que durante una temporada colgaban en las cocinas y que de forma rutinaria acompañaban los platos diarios.

En la cena tomábamos el arroz con bacalao hecho en las cazuelas de barro, luego la carne guisada, las salchichas, el arroz dulce y como era normal,  las aceitunas y el vino casero.

 

Aquella noche, colgados los excelentes productos del cerdo, un especial olor rezumaba en toda la casa que, mezclado con el permanente fuego de la chimenea, ha permanecido como  recuerdo imborrable de aquellas primitivas y siempre gratas fiestas matanceras de nuestro pueblo.

 

Joaquín Berrocal Rosingana. Enero 2009.

Casa Rural Fuentes de Abajo. San Esteban de la Sierra.

Web: www.fuentesdeabajo.com

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA. El “SERANO”, TRADICIÓN PERDIDA.

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA. El “SERANO”, TRADICIÓN PERDIDA.

DESDE CASA RURAL FUENTES DE ABAJO.

 

 

 

 

En apenas un cuarto de siglo cuántas y cuántas costumbres, algunas muy saludables, se han  abandonado. Viejos y buenos usos, socialmente valorados, han caído en el olvido ante el vertiginoso ritmo de los tiempos. Entre ellos, el típico serano popular.

 

El  serano se define como una tertulia, reunión nocturna que suele realizarse en los pueblos. Pero al margen de esta simple definición, el serano ha tenido una significación  y alcance social mucho mayor. “Hacer serano” y “comer el serano” ha sido una buena costumbre en San Esteban de la Sierra.

 

 En un tiempo no tan lejano a nosotros, pasado el verano y las reuniones a las puertas de las casas para tomar el fresco, cuando los días se acortaban, cuando la noche tomaba cuerpo y el frío obligaba a recogerse en las viviendas, las casas de San Esteban, como las de otros muchos pueblos, tenían el fuego encendido en la cocina y posiblemente el brasero en la mesa camilla. La lumbre era necesaria para cocinar y dar calor a viviendas sin calefacción, casi todas en nuestro agro. La mesa camilla y sus protectoras faldillas proporcionaban calor en el cuerpo; sobre aquella se comía,  se jugaba al parchís o las cartas, se leía y se colocaban algunos de los ingredientes del serano. Porque el serano no era solamente juntarse al lado de la lumbre o el brasero. Aquí se reunían, según los casos, abuelos, hijos y nietos; familiares de una u otra índole, vecinos, amigos......Junto a la lumbre o alrededor del brasero pasaban las horas de buena parte de la tarde-noche del otoño, el invierno y la primavera. Era lugar de estancia, charla y transmisión, juego y aprendizaje y también comida liviana tiempo después de la cena.

 

Junto al fuego se repasaba la jornada, se contaban cuentos e historias, se leían los pocos libros existentes en las casas, se escuchaban las lecciones de los mayores, se chismorreaba...., se aprendían cosas elementales....La tarde-noche se prolongaba en un contexto generalmente armonioso y de permanente conversación. Entre charla y charla, unas veces se asaban los calboches, otras se comían nueces e higos secos, algunos dulces, las perrunillas y el anisete, se disfrutaban las uvas colgadas en septiembre, las manzanas...., aquellas perfumadas y duraderas manzanas de melapio....

 

Todo ha cambiado tan deprisa......!El fuego ha desaparecido en casi todos los hogares; la televisión ha sido una revolución que poco a poco ha mermado la comunicación familiar a la par que ha incitado a un desmedido consumo; los más diversos juegos de avanzadas tecnologías,  distracción de pequeños y no tan pequeños,  entre otros cambios, han roto el diálogo y una tradición que arrancaba en lo más lejano de los tiempos, que se transmitía de generación en generación y que tenía su importancia en la propagación de conocimientos básicos de unos a otros.

 

Ante tantos avances y medios de distracción actuales, nada expresa el término serano; los mayores lo recuerdan con la nostalgia del tiempo ido; los más jóvenes no saben el significado y la moderna sociedad ha perdido un  sano y estupendo medio de entretenimiento, comunicación y transmisión.

 

Joaquín Berrocal Rosingana. Enero-2009.

 

Casa Rural Fuentes de Abajo. San Esteban de la Sierra.

 

Web: www.fuentesdeabajo.com

EVENTOS FESTIVOS: MATANZA, SANTA ÁGUEDA Y SAN ALBINO (31 de Enero al 7 de Febrero).

EVENTOS FESTIVOS: MATANZA, SANTA ÁGUEDA Y SAN ALBINO (31 de Enero al 7 de Febrero).

Desde Fuentes de Abajo. San Esteban de la Sierra.

----------------------------------------------------------------------------------------------------------

 

Coincidiendo con el último fin de semana de Enero y el primero de Febrero, San Esteban de la Sierra revive la tradición de la matanza seguida de dos eventos festivos en los que no faltarán los productos del cerdo, las típicas comidas matanceras, la gaita y el tamboril, los juegos de antaño y una exposición de útiles relacionados con el tema.

 

Si interesante es la mata del cerdo y lo que conlleva no menos atractiva resulta la “alborá” de Santa Águeda, los convites y la fiesta de invierno de San Albino, convertido éste desde hace años en el santo por antonomasia de los jóvenes de San Esteban.

 

Los turistas rurales, ávidos de tradición, tienen la posibilidad de visitarnos .El que nos visita una vez, repite.

 

Joaquín Berrocal Rosingana.

 

Casa Rural Fuentes de Abajo.

 

Web: www.fuentesdeabajo.com

 

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA Y CASA RURAL FUENTES DE ABAJO

SAN ESTEBAN DE LA SIERRA Y CASA RURAL FUENTES DE ABAJO

Estratégico lugar desde donde visitar las salmantinas Sierra de Francia y Béjar o las comarcas del norte de Extremadura.

------------------------------------------------------------------------------------

El viajero que recorra la enorme planitud de las dehesas del Campo Charro, difícilmente podrá preludiar el sorprendente paisaje de la hundida fosa del Alagón. Pasado el sinuoso umbral, el vertiginoso descenso que media entre San Miguel y San Esteban o entre Los Santos y la villa serrana, le asoma a la discontinua geografía donde se halla San Esteban de la Sierra y la casa rural Fuentes de Abajo. Al acercarse, la blanca e ingente Sierra de Béjar y la majestuosa Peña de Francia,  aparecerán como telón de fondo al bello mosaico abancalado de vid, olivo y frutales y la rica naturaleza donde se aprecian los influjos mediterráneos y atlánticos. Diferentes sensaciones estimularán al viajero a introducirse en uno de los más atractivos panoramas de las tierras salmantinas y sentir el aroma del espino, de la escoba, el cantueso, la madreselva o la jara. Después, sentirá la calidez que impregna esta especial atmósfera donde la mano del hombre ha dejado una huella secular.  

 La belleza plástica del conjunto serrano será otra nota de sorpresa para el viajero. La hermosa estampa desde lo alto, el apretado caserío, la estructura urbana de estrechas y tortuosas calles que salvan la pendiente del emplazamiento y la arquitectura tradicional de pétreos muros abajo y paredes livianas de entramado de madera y protección al hostigo en las plantas de habitación, sin duda marcarán la retina viajera.

Tras embeberse de paisaje y caserío, el visitante tiene la oportunidad de sentir la vida del lugareño y ser uno más entre ellos al participar de su charla, sus fiestas, su gastronomía o por qué no de sus tareas de campo.  

Viajero, déjate seducir por el paisaje ecológico, los estupendos secretos de la pasada Historia y las gentes del lugar y vivirás un escenario lleno de agradables sensaciones. Al finalizar tu experiencia, comprenderás que el viaje merecía la pena.

Joaquín Berrocal Rosingana.

Casa Rural Fuentes de Abajo

San Esteban de la Sierra

 www.fuentesdeabajo.com