CUANDO LLEGA LA NIEVE. EL IMPACTO DEL NUEVO ROPAJE
No es habitual que las nieves traspasen Sierra Mayor y lleguen a las profundidades de la fosa del Alagón. De forma puntual y cada vez de forma más aislada, quizás por ello más impactante, la veste blanca envuelve el paisaje y transforma la natural imagen de finales de otoño y principios de invierno.
Cuando ello sucede, (nevada del 15-12-08), en poco tiempo un manto blanco cubre el rojo de los tejados, las calles empedradas y los caminos; motea de copos de algodón olivos, laureles, quejigos y encinas y una tenue línea blanca aparece sobre las ramas horizontales de nogales, castaños y frutales. El sotobosque perennifolio acoge una consistente capa del esponjoso elemento y el seco y aplastado herbazal se convierte en tamiz de blanco meteoro. Las desnudas y redondeadas formas del granito se coronan con nuevo ropaje y los riscos de cuarzo acentúan sus blanquecinos tonos. Como contraste, las buzadas pizarras de negruzca y ferruginosa tonalidad apenas se tiñen del blanco inmaculado. Los viñedos aterrazados, desprovistos de follaje y sarmientos, semejan yertos esqueletos en el albo terrazgo que soporta la húmeda vestimenta; las praderías más extensas reverberan la luz de la tarde.
Cuando cesa la nieve, una especial atmósfera invade caserío, campos y personas. El silencio reina en la bella geografía trastocada y escasas son las notas de vida que resuenan sobre el tapiz todavía sin hollar. Poco a poco se levantan las nieblas desde el suelo y ascienden por las laderas. Las estampas se multiplican con el correr de las vaporosas neblinas y los pocos rayos de sol que surgen entre las nubes. Para el humano disfrute y de manera ocasional, la naturaleza nos regala un espectáculo difícil de explicar.
Desde mil y un ángulos el caserío de San Esteban encaja en la más maravillosa estética de la fotogenia. Desde el Chorrito, el Prejón, la Vega el Torno, El Guijarral, los Muros, el Castañar, el Cancho, la Cruz del Monte,... el conjunto nevado es un hermoso y nuevo paisaje por descubrir. Cuando los últimos rayos de la tarde se reflejan sobre el Charquito Redondo el pueblo adquiere otra fascinante dimensión que se prolonga con el encendido de las primeras luces.
Despejado el cielo, la temperatura se vuelve glacial y la nieve se transforma en hielo a lo largo de la noche.
La gélida mañana del día dieciséis muestra un nuevo panorama. Sopla el frío viento, luce el más radiante sol, la nieve desaparece con prontitud de las solanas del Cancho y el Tiriñuelo y la umbrosa ladera donde se asienta San Esteban mantiene zonas heladas. En el campo, en aquellos lugares donde perdura la nieve, las huellas de jabalíes, corzos, zorros, conejos y perdices son perceptibles.
Por unas horas la fisonomía serrana había cambiado de forma radical. Avanzando el día los tejados comienzan a gotear, por las calles corren pequeños cursos de agua, los caminos se despejan, los arroyos crecen y poco a poco se vuelve a la situación de atrás.
DÍA 16-12-08
Texto y fotografía: Joaquín Berrocal Rosingana.
Casa Rural Fuentes de Abajo. San Esteban de la Sierra.
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